RESUMEN

Este artículo lleva a cabo un análisis tanto del contenido como de la forma de las noticias cinematográficas relacionadas con la mujer en el ámbito de la política, producidas en Italia entre 1945 y 1953. El objetivo es establecer cuáles son los estereotipos femeninos más difundidos relacionados con el campo de política en los primeros años de la democracia en Italia. De esta manera se establece cómo se representó en las pantallas de cine la participación política de las mujeres italianas. A estas se les reservarán determinadas parcelas de actuación, con las que tradicionalmente siempre se las ha relacionado y como se aprecia en los noticiarios cinematográficos italianos Nuova Luce y Settimana Incom. El grado de visibilidad en estas informaciones de las mujeres que participaron en política será muy reducido, así como su protagonismo.

Palabras clave: Mujer; Italia; política; cine; noticiarios cinematográficos.

ABSTRACT

This article is to analyze not only the content but the form of the cinematographic newsreels related with woman on the political stage, created in Italy between 1945 and 1953. The main objective is to identify the more popular feminine stereotypes frequently found in the political field in the first years of the Italian democracy. This allows us to witnesses how political participation of Italian women was represented at the movie theaters. Those women inherited an area of action to which traditionally were linked to, as cinematographic Italian newsreels, such as Nuova Luce and Settimana Incom. These studies shed some light on the limited political participation of the collective, as well as their importance. 

Keywords: Women; Italy; politics; cinema; newsreels.

Cómo citar este artículo / Citation: Coronado Ruiz, C.(2017). Construyendo la democracia: mujer y participación política en la Italia de posguerra. Historia y Política, 37, 297-327. doi: https://doi.org/10.18042/hp.37.11

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SUMARIO

  1. Resumen
  2. Abstract
  3. I. INTRODUCCIÓN
  4. II. MUJERES Y RECONSTRUCCIÓN POLÍTICA EN LA ITALIA DE POSGUERRA
  5. III. LAS MUJERES SE ORGANIZAN
  6. IV. EL PAPEL DE LA MUJER EN LA POLÍTICA ITALIANA DE POSGUERRA
  7. V. POLÍTICAS CON NOMBRE PROPIO
  8. VI. CONCLUSIONES
  9. Notas
  10. Bibliografía

I. INTRODUCCIÓN[Subir]

En 1946 las mujeres italianas pudieron votar por primera vez. Un hecho de tal trascendencia social y política no solo produjo controversia entre amplios sectores de la población, sino que, sobre todo, fue tratado como una mera curiosidad por parte de los medios de comunicación por lo insólito de la situación. A partir de este momento, a las mujeres italianas, que habían participado de forma activa en la Segunda Guerra Mundial, se les abría una nueva esfera a la que no estaban acostumbradas: la política. Sin embargo, los espacios de acción fueron limitados al imperar una mentalidad tradicional tanto en el campo político como social. Así se refleja en medios de comunicación audiovisuales como los noticiarios cinematográficos.

Este artículo analiza el grado de visibilidad que se otorgó desde el cine informativo —noticiarios— a las mujeres italianas que participaban en la vida política del país en un momento de construcción de la nueva democracia. El tipo de representación que ofrecen los noticiarios de la época, única información audiovisual hasta la llegada de la televisión a Italia en 1954, es fundamental para establecer cuáles fueron los modelos femeninos más difundidos en torno a la vida política. Estos estereotipos permitieron reforzar determinadas ideas existentes en la sociedad italiana de entonces en relación con las parcelas de actuación de la mujer en la vida pública, así como crear nuevos modelos que permitirán poco a poco un cambio lento.

Aunque después de la Segunda Guerra Mundial el desprestigio de los noticiarios y su uso propagandístico eran patentes entre la sociedad italiana, la capacidad de influencia de los noticiarios cinematográficos seguía siendo enorme entre un público en su mayoría analfabeto. Después de la caída del fascismo desapareció el noticiario Luce, instrumento propagandístico fundamental del régimen, pero el 19 de junio de 1945 nació su sucesor: el noticiario Nuova Luce. Tuvo, sin embargo, problemas de aceptación por parte del público porque recordaba demasiado al fascismo. Por ello, desaparecerá de las pantallas en 1947[2]. Su relevo lo tomó la Settimana Incom, un noticiario cinematográfico producido por una empresa privada que realizaba actividades cinematográficas durante el fascismo: Incom (Industria Cortometraggi Milano), fundada en 1938 por Sandro Pallavicini. En 1946 creó la serie de noticiarios bisemanales Settimana Incom, que se editaron hasta 1965.

Ambos noticiarios han sido la base de este estudio. Los dos se encuentran en el archivo cinematográfico del Istituto Luce, uno de los fondos documentales más ricos sobre cine de no ficción. Conserva la memoria de Italia y parte de Europa de más de medio siglo —1928-1990—. Sus documentos históricos han sido difundidos en Italia a través de programas televisivos y de la realización de documentales. Con estos fondos se han llevado a cabo también en los últimos años investigaciones relacionadas con la imagen y la propaganda del fascismo[3]. Los temas más estudiados en los noticiarios italianos del Archivo Luce son los referidos a la política fascista, a su líder y a la Segunda Guerra Mundial. Estos estudios ponen de manifiesto el interés y la importancia que entre los sectores académicos se ha conferido recientemente a esta fuente documental. No obstante, el archivo cinematográfico ofrece muchas posibilidades de estudio aún sin abordar. Los primeros estudios sociológicos y de género sobre la información cinematográfica del Archivo Luce datan de los últimos seis años[4] y en ellos se analizan los diferentes modelos y estereotipos femeninos difundidos por los noticiarios durante el fascismo —desde la esposa y madre ejemplar hasta las mujeres uniformadas de los grupos fascistas femeninos—, así como durante las primeras décadas de la democracia italiana, donde la mujer vuelve a ocupar los espacios tradicionales. Estos aspectos se aprecian en las noticias donde más aparecen las mujeres: moda, beneficencia o de secciones específicas dentro del noticiario como «La pagina della donna», en la que se habla de peinados, trucos para el hogar y otras curiosidades femeninas[5].

Respecto a los estudios sobre las mujeres durante la democracia, destaca la atención prestada al papel de la mujer en la vida política del país. La gran novedad de la posguerra fue la concesión del voto a las mujeres, por lo que la bibliografía en torno a este tema es la más amplia en este periodo[6]. Las investigaciones más completas sobre la historia de la mujer en la posguerra son las de Miriam Mafai —L’apprendistato della política. Le donne italiane nel dopoguerra— y Marta Boneschi —Santa Pazienza. La storia delle donne italiane dal dopoguerra a oggi—. En ambos libros se analiza el papel de la mujer en distintos campos: desde la política a la educación, la moda, el cine o el trabajo.

La perspectiva de esta investigación es diferente: se relaciona más con la historia social y los cultural studies que con un enfoque estrictamente feminista o meramente audiovisual. Así, a través de la representación de mujer, se pretende llegar a un conocimiento profundo de la sociedad italiana —de sus valores, de su mentalidad— en el periodo analizado. No se limita a la construcción cultural de la mujer ideal, ni se sitúa en la tradición de la crítica fílmica feminista que desde los años sesenta ha desarrollado teorías que analizan el protagonismo del cine en la construcción de la diferencia sexual. Se trata de un estudio sobre la mujer y su participación en la política, pero no desde una perspectiva exclusivista, porque la historia de las mujeres no se limita a la experiencia femenina, sino que se relaciona con el poder, las formas de gobierno y los cambios sociales. La información acerca de las mujeres es necesariamente también información sobre los hombres y sobre el conjunto social[7].

La utilización de un medio de comunicación como los noticiarios cinematográficos para la difusión de unos determinados modelos de mujer exige una metodología específica porque el modo de difundir los mensajes presenta tanto interés como los contenidos de los propios mensajes. Por ello, se ha llevado a cabo una metodología de análisis que ha permitido analizar tanto la forma como el contenido de las imágenes audiovisuales.

Existen metodologías consolidadas y líneas interpretativas sólidas para el análisis de la imagen: desde la antropología a la historia social del arte[8]. Se podrían señalar tres, con aspectos coincidentes. La primera, la tradición del análisis iconográfico e iconológico, que pretende desentrañar las claves culturales —o intelectuales— que guiaron la realización de una determinada imagen. Esta perspectiva de trabajo tradicionalmente se ha centrado en imágenes pictóricas, y sobre todo, en la denominada «alta cultura»[9]. La segunda línea es la correspondiente a los análisis semióticos de la imagen, que tienden a interpretar la imagen mediante su lectura en cuanto texto visual: decodificando sus elementos y reglas estructurales, desgranando su código icónico y buscando reglas permanentes de significantes. Por último, se encuentran los estudios más recientes, que pretenden ubicar la imagen y comprenderla, en su concreto contexto histórico y sociocultural. Es lo que se viene denominando «nueva historia cultural»[10]. En este enfoque, la imagen se sitúa en nuevas coordenadas: las de su producción, las de su difusión y, finalmente, las de su recepción y consumo. Se interesa muy especialmente por los usos o funciones de la imagen, la justificación histórica de temas o géneros o las respuestas dadas por el espectador[11]. A ello se podría añadir el estudio de los olvidados de la Historia, niños y mujeres, que apenas aparecen reflejados en fuentes escritas y sí lo hacen, y quizá comparativamente en mayor grado, en los materiales icónicos[12].

Partiendo precisamente de este modelo de análisis, se elabora una metodología específica para los objetivos que aquí se han propuesto y el tipo de fuentes utilizadas. Se considera básico en el planteamiento metodológico el estudio de la forma y el contenido de los noticiarios.

En primer lugar, se ha contabilizado el número de las noticias relacionadas con mujeres y política entre mediados de 1945 y 1953, para saber el grado de protagonismo que tenía este tema dentro del noticiario. Este número se ha relacionado con el total de noticias producidas. La selección de las noticias ha supuesto una primera reflexión metodológica: había que determinar qué noticias interesaban para el objeto de estudio. Se optó por un criterio general que diese cabida al mayor número de actividades y aspectos relacionados con la mujer y el mundo de la política para no limitar su tratamiento a un enfoque reducido. Por ello, se han elegido diferentes ámbitos dentro de la esfera política en los que la mujer podía estar presente: los partidos, sindicatos, actos políticos, elecciones, asociaciones femeninas, etc. Los criterios tenidos en cuenta para la elección de los temas que se querían tratar están basados en la bibliografía consultada previamente.

Finalmente, las noticias seleccionadas, vistas y analizadas han sido un total de 41. Estas noticias, de una duración aproximada de entre uno y cuatro minutos, forman parte de noticiarios producidos entre el 19 de junio de 1945, nacimiento del noticiario Nuova Luce, y el 31 de diciembre de 1953, momento en que los noticiarios pierden la exclusividad de la información audiovisual ante la llegada de la televisión en enero de 1954.

En segundo lugar, se ha realizado un análisis de contenidos con el fin de establecer cuáles eran los estereotipos femeninos más difundidos, los temas principales de los noticiarios, así como las ausencias más destacadas. Para llevar a cabo el análisis de contenidos ha sido necesario un apoyo bibliográfico. Se han tenido en cuenta otros estudios que han abordado los noticiarios cinematográficos como fuentes documentales y como instrumentos de propaganda[13].

En definitiva, se pretende presentar una perspectiva sintética sobre un corpus documental amplio (noticiarios del periodo 1945-1953), atendiendo a los caracteres de cambio y estabilidad en la representación de una tipología femenina concreta (la mujer ligada al mundo de la política), desde un marco de reflexión coherente con la metodología aplicada en los estudios sobre construcción social de la realidad.

II. MUJERES Y RECONSTRUCCIÓN POLÍTICA EN LA ITALIA DE POSGUERRA[Subir]

La Segunda Guerra Mundial fue un punto de inflexión para las mujeres italianas. Además de sufrir los efectos de la guerra —bombardeos, separación de los maridos y de los hijos, campos de concentración o prisiones—, colaboraron de modo activo en la resistencia. Por ello consideran que su ayuda es necesaria para la reconstrucción del país y para conseguir la paz y una democracia sólida.

La participación de muchas mujeres italianas en la resistencia fue un campo de pruebas que sirvió para la organización y la toma de conciencia política, así como para llevar a cabo una gran labor desde diferentes ámbitos de acción[14]. Una vez acabada la guerra, sin embargo, no hubo ningún reconocimiento a esta labor: en las primeras manifestaciones y desfiles de partisanos en los días inmediatamente posteriores a la liberación no se permitió, en muchos casos, que las mujeres tomaran parte.

Partisana y garibaldina, Trottolina no pudo participar, a finales de abril, en el desfile de Turín. «Los compañeros no me han dejado ir». Me acuerdo que yo gritaba: «¡Yo voy y me pongo entre vosotros, en medio de la manifestación! ¡A ver si os atrevéis a echarme!». ‘Tú no vienes —me dijo un camarada—, si no, te echamos a patadas. La gente no sabe qué has hecho con nosotros, y nosotros tenemos que presentarnos con la máxima seriedad». Y en el desfile estuve fuera a aplaudir. He visto pasar a mi comandante, después he visto a Mauri y a su destacamento en el que había mujeres. Ellas sí que estaban. ¡Madre mía, por suerte, yo no fui! La gente decía que eran unas putas. Yo no tengo ningún prejuicio ahora, pero entonces sí que los tenía. Y los camaradas hicieron bien al impedirme desfilar[15].

Los años de la resistencia pusieron en marcha mecanismos de asociación entre mujeres para contribuir a la lucha antifascista y para defender los derechos políticos femeninos. Así nacieron los Grupos de Defensa de la Mujer (GDD) en octubre de 1943. Entre sus fundadoras se encontraban diputadas y senadoras de la Asamblea Constituyente y de las siguientes legislaturas como Ada Gobetti, Rina Picolato, Lina Merlín, Elena Dreher o Laura Contini. Mujeres como Elena Dreher, militante de Giustizia e libertà, habían ocupado puestos de responsabilidad durante la ocupación: Elena Dreher, cuyo nombre de batalla era Elisabetta, se había encargado de la organización sanitaria del Comitato di Liberazione Nazione (CLN) en Milán. Era la primera vez que una mujer ocupaba un cargo importante en la Administración municipal.

No hay ninguna referencia a los Grupos de Defensa de la Mujer en ninguno de los noticiarios de la posguerra y en las noticias en las que aparecen las mujeres mencionadas no hay ninguna alusión a su actuación durante la guerra. La participación femenina en la resistencia no interesa demasiado a los noticiarios de la posguerra. Solo hay dos noticias en las que se hace referencia al papel de las mujeres en la resistencia. Una, de 1961, presenta la condecoración a la actriz Anna Magnani, a la que se le concede la Mimosa d’oro[16] por su actuación en la lucha antifascista. La otra noticia data de 1947 y se conmemora la participación de hombres y mujeres en la resistencia. El resto de las noticias relacionadas con los partisanos muestran siempre a representantes masculinos: en todas las noticias sobre el 25 de abril, día de la Liberación, los homenajeados son siempre hombres. La presencia de las mujeres en este tipo de noticias es marginal: a veces, simplemente forman parte del público.

Acabada la guerra, la mayor parte de los homenajes y conmemoraciones, como se aprecia en los noticiarios cinematográficos[17], están dedicados a los hombres. Tan solo en un noticiario cinematográfico se condecora a una mujer[18]: se trata de Lucia Bosetto, partisana que ejerció la actividad de mensajera. La noticia, que presenta una celebración de la resistencia italiana, dedica la mayor parte del tiempo a los discursos del comandante partisano Mauri, y del general Cadorna. El momento en el que este condecora a la partisana se resuelve en cinco segundos y con un único plano medio del comandante y la partisana. Esta falta de visibilidad en un medio de comunicación como el cine que tiene hasta el momento el monopolio de la información audiovisual pone de manifiesto la falta de reconocimiento público por parte de la sociedad italiana a la labor realizada por estas mujeres en las actividades de la resistencia. En general, la posguerra no mantuvo la memoria sobre la resistencia tan viva como en otros países.

Normalmente, la presencia de las mujeres en este tipo de noticias se reduce a la de madres o viudas de caídos por la libertad: se conceden medallas a las viudas en memoria de los partisanos caídos[19]. Solo en el noticiario Incom aparecen partisanas entre el público que presencia las condecoraciones a Togliatti y al coronel Valerio. Se las distingue porque llevan en el cuello pañuelos rojos[20]. No se hace ninguna referencia a ellas.

El escaso interés del noticiario por la participación de la mujer en la resistencia se corresponde con la realidad. En las noticias de Nuova Luce sobre el 25 de abril se muestran estas manifestaciones en las que apenas hay mujeres. Por ejemplo, en el noticiario Nuova Luce (núm. 10, 1946), que recoge un homenaje a los partisanos caídos, las únicas mujeres que aparecen son viudas, madres o hijas de estos combatientes. En las celebraciones de los años sucesivos se exalta el papel de los hombres en la resistencia: «Padres de familia y chicos que dejaron sus casas para hacerse voluntarios de la libertad»— dice el narrador de la Settimana Incom (núm. 487, 1950).

Sin embargo, muchas mujeres no aceptaban estos límites impuestos por la sociedad y querían actuar. Dentro de la política, fueron pocos los campos de acción que se les permitieron a las mujeres. Todos estaban relacionados con actividades tradicionalmente femeninas como la asistencia. Las mujeres de partidos como el Partito Comunista Italiano (PCI) se encargaban de la distribución de panfletos de propaganda, pero también de la distribución de los víveres secuestrados a los especuladores, así como de la organización de los comedores populares. Fueron las mujeres quienes se encargaron de estas primeras iniciativas de solidaridad. Estas actividades se convirtieron también en un mensaje de lucha: demostrar a los dirigentes políticos sus capacidades organizativas y reivindicar así sus derechos. Las mujeres habían adquirido durante los años de actividad clandestina una gran capacidad organizativa, de propaganda y de dirección de las masas.

Existía una diferencia entre la actividad política femenina en el norte y el sur del país. Las diferencias nacieron ya en la Segunda Guerra Mundial: en el sur la población fue liberada sin lucha, mientras que en el norte hombres y mujeres participaron en un proceso político y militar totalmente nuevo en la historia de Italia. Existían, por tanto, dos niveles distintos de participación. El movimiento sindicalista en el sur de Italia durante los años de la reconstrucción era fundamentalmente masculino: los dirigentes eran hombres, y entre sus prioridades no se encontraban los problemas derivados de la emancipación femenina. En el sur no existía un movimiento político o sindical femenino autónomo con objetivos propios, por lo que la participación femenina en la vida pública era muy reducida.

Los datos sobre la presencia de mujeres dentro de los partidos no son precisos, pero, según testimonio de la comunista Dina Forti, «las comunistas en Bari no eran, en otoño de 1943, más de seis o siete», y según Anna Grasso «no más de una docena en Palermo»[21]. En el norte, sin embargo, la participación de las mujeres en la vida política era mucho mayor: «Era una indigestión de vida política —recordaba Mirella Alloisio—. Las secciones de Génova estaban siempre llenas de mujeres con muchas ganas de salir de casa, de discutir, de hablar, de entender»[22].

La pertenencia de las mujeres a partidos políticos u organizaciones sindicales era algo mal visto por la sociedad de entonces.

Algunos —escribe el vicesecretario del PCI, Pietro Secchia— habrían querido que estas mujeres, terminada la guerra de liberación, hubieran vuelto a la cocina, a la calza, a la Iglesia, o que se limitaran cada cinco años a votar a la Democracia Cristiana. Algunos no han entendido que la participación de las mujeres en la guerra de resistencia significaba que realmente se había iniciado en Italia la emancipación de la mujer y que, por lo tanto, se había abierto el camino hacia una profunda renovación de Italia[23].

Entre las mujeres más activas se encontraban las comunistas y socialistas, pertenecientes a la Unione Donne Italiane (UDI). En todas las ciudades y pueblos donde estaban presentes las organizaciones femeninas hubo comedores populares, distribución de víveres, cigarrillos y bienes de primera necesidad. Para los heridos y prisioneros, las mujeres organizaban visitas a los hospitales y cárceles. Los niños fueron el principal objetivo de estas actividades: se constituyó un comité para la salvación de los niños de Nápoles, presidido por Giorgio Amendola. De la gestión, sin embargo, se encargaron las mujeres del PCI. Junto a las comunistas, trabajaron muchas mujeres pertenecientes a la burguesía intelectual napolitana.

Había que buscar médicos que debían visitar a los niños; preparar los documentos de todos, organizar los trenes, el avituallamiento de víveres para el viaje; elegir personas que los acompañaran hasta el lugar de destino. Una actividad enorme que nos llevó meses y meses. […] Fue un momento fundamental para nuestra experiencia política. Las mujeres demostramos que sabíamos organizar y dirigir una empresa extraordinaria también desde el punto de vista material […]. A los niños se les vistió, cuidó, vacunó y se les mandó a la escuela[24].

Los noticiarios de la posguerra no informan de esta iniciativa de grandes dimensiones, pero sí de otras similares, protagonizadas por mujeres de la UDI. En el noticiario Nuova Luce estas mujeres conducen en tren a niños de un pueblo de la región del Lazio al norte, donde «las familias de trabajadores los reciben felices de acoger a otro hijito en su seno»[25]. Se valora la iniciativa de esta organización femenina, que «dará serenidad a la mirada de los muchachos que han sido testigos de sus ruinas»[26].

La UDI también se encargaba del cuidado y la salud de los niños a los que, como muestra el noticiario Nuova Luce, lleva a institutos sanitarios para mejorar su salud: «Ochenta niños, entre tres y seis años, recogidos entre las ruinas del Abruzzo por la UDI y por el Comité proCasino son huéspedes del Instituto Profiláctico permanente de Marino»[27].

También las mujeres de Acción Católica llevan a cabo iniciativas similares. En la Settimana Incom, el Comité para la Solidaridad del Sur organiza viajes de niños hacia el norte del país. No se hace referencia a quiénes coordinan esta actividad, pero en las imágenes aparecen las voluntarias que llevan a los niños de vuelta casa, después de su estancia en el norte[28]. Otras mujeres llevan a cabo este tipo de actividades, pero no como miembros de partidos u organizaciones políticas, sino como damas de caridad. La esposa o la hija del presidente del gobierno De Gasperi, por ejemplo, protagonizan varias noticias en las que visitan hospitales, orfanatos o zonas en ruinas donde la población vive en condiciones ínfimas[29]. En estas noticias se insiste en la personalidad que las protagoniza: la cámara se centra en las personas que realizan la visita oficial a través del uso de primeros planos.

Con la reconstrucción del país, las mujeres pudieron aplicar capacidades de organización y dirección que ya habían puesto en marcha durante la clandestinidad, aunque solo en determinados campos de acción, los relacionados con lo que se consideraban las mansiones femeninas. Para muchos, el lugar de las mujeres no estaba en los mítines políticos, sino en casa. «¿Qué pasará —se pregunta una lectora de Noi donne de Roma— cuando mi marido vuelva a casa y sepa que soy socialista y militante activa?»[30]. Estas mujeres querían participar en la reconstrucción del país y defender sus derechos. Lo harán desde dentro de los propios partidos y las organizaciones feministas.

III. LAS MUJERES SE ORGANIZAN[Subir]

Las mujeres italianas pertenecientes a organizaciones femeninas no eran muy numerosas. En relación con la defensa de los derechos de las mujeres y la emancipación existían varias organizaciones: la Associazione Nazionale Donne Elettrici (Asociación Nacional de Mujeres Electoras), que se proponía difundir la importancia del sufragio femenino; la Federazione Italiana delle Donne nelle Arti, nelle Professioni e negli Affari (Federación Italiana de Mujeres en las Artes, Profesiones y Negocios), que pretendía «valorar y proteger el artesanado femenino y estudiar un sistema de seguridad social para las amas de casa»[31]; la Alleanza Femminile Italiana (Alianza Femenina Italiana), un grupo histórico que luchó por el voto en los años anteriores al fascismo y que continuó su actividad en la posguerra; los Gruppi di Difesa della Donna (Grupos de Defensa de la Mujer) pasaron a llamarse Unione Donne Italiane en septiembre de 1944, cuyo objetivo era defender los derechos de la mujer, con independencia de la ideología política.

Las actividades en las que se empeñó la UDI en los primeros años estaban más relacionadas con la reconstrucción del país que con los derechos de las mujeres[32]. Lo primero era prioritario y necesario para lograr el segundo objetivo. Se impulsó la solidaridad y se hizo hincapié en los nuevos deberes de la mujer en la nueva democracia, más que en sus derechos[33]. Aun así, el objetivo de la UDI sería:

[…] conseguir que las mujeres italianas participaran activamente en la vida política y social del país, promoviendo el interés femenino por aquellas funciones sociales que si fueran desempeñadas por mujeres podrían ser óptimas para la familia y la nación, explicar a las trabajadoras, a través de reuniones y conferencias, la función de los sindicatos finalmente libres y la importancia de inscribirse en éstos para defender sus derechos económicos y sociales[34].

Como ya se ha señalado, la única actividad de la UDI que aparece en las pantallas es básicamente la asistencia a los niños de familias necesitadas del sur. Sin embargo, estas mujeres organizaban también cursos de formación para jóvenes, desde dactilografía hasta corte y confección:

En un solo año —señalaba Rita Montagnana en la I Conferencia Nacional de la UDI, que tuvo lugar en septiembre de 1946— se ha distribuido casi medio millón de paquetes a los niños, se ha asistido a un millón y medio de heridos y excombatientes, se han organizado doscientos sesenta y ocho guarderías, ciento treinta y cuatro actividades extraescolares, ciento cincuenta escuelas diurnas[35].

Por su parte, las mujeres católicas pertenecían a los grupos femeninos de Acción Católica. Aunque desde el principio las mujeres de la Democracia Cristiana (DC) no quisieron formar parte de organización unitaria de las mujeres —la UDI—, las relaciones entre esta y las mujeres católicas fueron buenas en los primeros años. «El clima entre ellas y nosotras —subrayaba la comunista Rosetta Longo— era bueno. Llevábamos a cabo iniciativas en común. Eran iniciativas modestas, contra la miseria, la inflación. También llevamos a cabo juntas la campaña provoto»[36].

Con la llegada de la Guerra Fría, también las organizaciones femeninas de masas se dividieron en dos, monopolizadas por dos fuerzas políticas: por un lado, el PCI, y por otro, la DC y el Vaticano. Aunque la UDI era de las más numerosas —superaba el millón de inscritas en 1947—, con la victoria de la DC en las elecciones de 1948, desaparecieron las subvenciones estatales que recibía: estas fueron a las organizaciones católicas.

Acción Católica contaba en 1954 con 2 600 000 inscritos. Entre estos, la presencia femenina era mayoritaria: la Unione Donne, dirigida por Carmela Rossi, contaba con más de 600 000 inscritas, y la Gioventù Femminile, superaba el millón. Las actividades de ambas son similares, en cuanto a asistencia y a caridad se refiere, pero los actos públicos en los que intervienen son diferentes. Las mujeres de la UDI participaban en los desfiles del día del partisano, y las mujeres católicas asistían a los discursos del papa en la plaza de San Pedro.

La UDI y las mujeres de Acción Católica son las únicas asociaciones políticas femeninas que tienen presencia en los noticiarios, aunque esta se reduce a un escaso número de informaciones. Acción Católica como organización tiene una amplia visibilidad en la pantalla de cine, pero a las mujeres apenas se les dedica noticias. Solo hay una noticia en el período analizado sobre la juventud femenina de Acción Católica. En ella se muestran imágenes del desfile que precede al congreso nacional de las jóvenes católicas, al que asisten doscientas mil chicas. Después del discurso de Rebecchini[37] en la plaza del Capitolio, se celebra una misa en el estadio de Roma, a la que asisten niñas vestidas de ángeles y mujeres con trajes folclóricos[38]. No hay ninguna referencia, ni en esta ni en otras noticias, a las actividades de carácter político desempeñadas por esta organización o por políticas democristianas.

En las noticias en las que aparecen, las mujeres y jóvenes católicas siempre van acompañadas de curas y monjas, visitan al pontífice, un santuario, o bien participan en procesiones o misas. Es la imagen que corresponde a su ideología. Por su parte, las jóvenes de la UDI desfilan en pantalones cortos con las banderas partisanas, como se aprecia en la Settimana Incom [39]. Estas jóvenes, aunque no se muestre en los noticiarios, llevaban un estilo de vida mucho menos tradicional que las mujeres de las organizaciones católicas: iban a bailar, fumaban, participaban en competiciones deportivas, en concursos de belleza, y hablaban de igualdad y de paridad en el trabajo. No estaban dispuestas a quedarse en casa esperando al marido, sino que querían la independencia económica a través del trabajo. El modelo de las mujeres de Acción Católica era el propugnado por revistas como Famiglia Cristiana, que enseñaba a sus lectoras que la familia era lo que más contaba en la sociedad, al igual que las virtudes privadas contaban más que la moralidad pública[40].

También la presencia de la UDI en los noticiarios es escasa. Una de las grandes iniciativas organizadas por la UDI de la que hay un mínimo reflejo en las pantallas de la posguerra fue la Settimana della Pace. Las mujeres se empeñaron en la movilización de masas a favor de la paz. En la primera semana de noviembre de 1947 se celebrarían manifestaciones, desfiles y recogidas de firmas por la paz.

Aunque desde el punto de vista de la movilización la campaña fuera un éxito, no se hace ninguna referencia a la misma en la pantalla de cine. Sin embargo, hubo centenares de iniciativas en las que participaron las mujeres de toda Italia: se cosieron miles de banderas, se organizaron encuentros y reuniones entre pequeños pueblos rurales, millares de ceremonias, flores a los caídos, a los mártires, a los partisanos, se recogieron millones de firmas contra la bomba atómica.

Las únicas referencias a la lucha de las mujeres por la paz aparece en el noticiario Incom, que se refiere a la campaña política comunista de 1948. En la noticia, Togliatti se dirige a «treinta mil mujeres, cuyos estandartes piden la paz»[41]. Además de estas mujeres, aparecen las «estrellitas de la paz», que suben al altar de la patria. Las llamadas Stelline della pace eran jóvenes vestidas con traje blanco, que llevaban flores a los caídos o intervenían en actos a favor de la paz. Habían sido elegidas en los distintos concursos y fiestas a favor de la paz que habían tenido lugar en las ciudades más importantes. La política se confundía de esta manera con los concursos de belleza, que, para muchos, se adaptaban mejor a las mujeres.

El 31 de diciembre de 1947 se creó la Alleanza Femminile del Lavoro, della Pace e della Libertà, asociación que no se menciona en ningún noticiario de la posguerra. En su manifiesto, firmado por las mujeres de la UDI y de otras asociaciones, y por numerosas profesionales, escritoras, periodistas, maestras, etc., se dice que:

[…] las mujeres de cualquier clase social, profesión, fe, se unen en nombre de millones de mujeres que desde hace siglos viven en condiciones de inferioridad moral y material, y se empeñan en dar todas sus energías para que prevalezcan las fuerzas de la paz sobre las de la guerra, para que los derechos de las mujeres establecidos en la nueva Constitución se conviertan en realidad, para que todas las familias italianas puedan vivir unidas en la seguridad y el trabajo, y para que a toda mujer le sea garantizada la asistencia por enfermedad, maternidad, vejez, y para que se proteja a todos los niños, tengan derecho a la educación. Que no sea inútil el sacrificio de todos los que cayeron por el progreso y la libertad[42].

En Roma, el 14 de marzo de 1948 entre cincuenta y setenta mil mujeres de todas las edades participaron en la manifestación a favor de la paz. Tampoco hay huella de esta iniciativa femenina en los noticiarios de la época. Resulta extraño, porque se trataba de actividades que se adaptaban perfectamente a la mujer y al modelo tradicional que difunden los noticiarios. En estas manifestaciones se defendía una «familia feliz, el trabajo y la paz». Las mujeres hicieron un juramento en defensa de la paz, que compartía algunos valores defendidos por las organizaciones más conservadoras: «Defiende tu hogar, defiende a tu esposo, la sonrisa de tus hijos, el bienestar y la serenidad de tu familia, la seguridad de tu trabajo. Por esto hay que luchar, por esto hay que vencer, por un hogar sereno, por la sonrisa de los niños, por la seguridad del trabajo, por un gobierno democrático y popular»[43].

IV. EL PAPEL DE LA MUJER EN LA POLÍTICA ITALIANA DE POSGUERRA[Subir]

En las elecciones generales de 1948 fueron elegidas cuarenta y cuatro mujeres entre el Parlamento y el Senado. Un récord histórico que no ha sido superado. Los primeros años de la democracia fueron los de más actividad política entre las mujeres, consecuencia de la participación femenina en la Segunda Guerra Mundial. Aun así, representaban un porcentaje mínimo (4,7 %) respecto al total de los diputados y senadores que formaban las dos cámaras. Resultaba difícil para una mujer formar parte de la vida política del país cuando estaba mal vista por la sociedad y los mismos partidos e incluso se les ponía trabas en su carrera política.

Entre las elegidas, la mayor parte tenía entre veinticinco y cuarenta y cuatro años, lo que ponía de manifiesto la escasa tradición de las mujeres en la vida política del país: mientras la mayoría de hombres superaba los cuarenta y cinco años, apenas había representantes políticas de ese grupo de edad[44].

El mayor número de diputadas pertenecía al PCI, seguido de la DC y, por último, el Partido Socialista (PS)[45]. Estos datos que indican la presencia femenina en las primeras elecciones italianas de la posguerra no se difunden en los noticiarios cinematográficos. Sin embargo, en la noticia que muestra la sesión inaugural del primer Parlamento de la República se insiste en la presencia de las diputadas: «Las mujeres desembarcan con paso seguro —señala el narrador de Incom— en la puerta de donde saldrán las leyes». A algunas se les nombra: «Nuevas en el Parlamento, las mujeres —afirma como novedad la voz que narra la llegada de los diputados a Montecitorio—: la Montagnana, la Bei». Las primeras mujeres que aparecen en la noticia van acompañadas de hombres, como «la Borellini, representante de la Italia Partigiana, llega del brazo de Bruneschi» o bien son presentadas como esposas o hermanas de otros políticos: «Llega la hermana de Giannini, del Blocco Nazionale»[46].

Pero estas no son las primeras mujeres que aparecen en el Parlamento en los noticiarios cinematográficos. Ya en 1945, el noticiario Nuova Luce informaba sobre la apertura de la Consulta Nazionale, presidida por Ferruccio Parri, de la que también forman parte algunas mujeres. Para el noticiario cinematográfico constituye una auténtica curiosidad: «Las primeras consultoras, la novedad del día. Por cada mujer que entra en el Parlamento, se aviva el interés de los curiosos»[47]. El tono banal deriva en bromas sexistas con la apariencia de las representantes políticas: «Aquí llega una consultora de cuerpo autoritario»— dice el narrador de Nuova Luce ante la llegada de una mujer elegante, con buenas formas. El narrador también señala la importancia de estas mujeres para el futuro del país y se cuestiona hasta qué punto las mujeres podrán responder a las expectativas: «Sobre estas mujeres recae la responsabilidad de corresponder a las expectativas después de la conquista de los derechos políticos»[48].

Después de las elecciones de 1953 no hay ninguna noticia sobre la presencia femenina en las dos cámaras. Ya no representa una novedad su participación en la política. Además de la noticia señalada sobre la sesión de apertura de las dos cámaras en 1948, solo en otra noticia aparecen mujeres en el Parlamento. Es la Settimana Incom (núm. 734, 1952), en la que se informa sobre las protestas de los agricultores en el Parlamento. Entre las imágenes que muestran el interior del Parlamento, hay un plano de Maria Cingolani Guidi. No se la menciona, ni tampoco tiene relación con los agricultores porque era subsecretaria de artesanado[49].

La presencia de las diputadas y senadoras en los noticiarios de la posguerra, además de escasa, es superficial. Tan solo se señala su nombre, casi nunca su cargo. Tampoco se hace referencia al partido al que pertenecen, ni a su profesión, nivel de estudios o carrera política. La mayor parte de las representantes políticas de la primera y segunda legislatura eran maestras (43,9 %). En general, la mayor parte de las mujeres que emprendían la carrera política eran mujeres con estudios, de clase media o alta[50].

El partido con más mujeres en sus filas era la DC: 253 000 mujeres estaban afiliadas. Le seguía de cerca el PCI, con 240 000 inscritas, y de lejos, el PS, con 40 000 afiliadas[51]. La Iglesia impulsó a muchas mujeres en aquellos años para que llevaran a cabo una actividad política por miedo a la influencia comunista entre algunos sectores de la sociedad. Aunque para la DC y el Vaticano el lugar de la mujer estaba en la familia, para defenderla de los males que la acuciaban era necesario que la mujer dejara los muros domésticos y se comprometiera políticamente para defender un modelo conservador de familia. Toda una contradicción.

¿Dejaréis —apelaba el papa a las mujeres democristianas— tal vez a las otras, a aquellas que se hacen promotoras y cómplices de la ruina del hogar y la familia, el monopolio de la organización social? El futuro de la familia, el futuro de la convivencia humana está en juego; está en vuestras manos: tua res agitur. Cada mujer, por lo tanto, sin excepción, entendedlo bien, tiene el deber, el gran deber moral, de no permanecer ausente, de entrar en acción para contender las corrientes que amenazan el hogar, para combatir las doctrinas que destruyen los fundamentos, para preparar, organizar y cumplir su restauración[52].

Hasta este momento, las mujeres católicas habían seguido los imperativos papales que les obligaban a quedarse en casa: «Que calle, que consienta y que esté en casa» —había dicho el anterior pontífice—. «Sin embargo, Pío XII nos decía que saliéramos de casa —recordaba Clelia Inzillo—. Si teníamos alguna duda sobre si era justo lo que estábamos haciendo, finalmente desaparecía. Era justo, era bueno, dedicarnos a la política. Era un gran alivio»[53].

No todas las mujeres tenían estas opiniones. En las zonas del sur, sobre todo, existían grandes prejuicios, incluso entre las mismas mujeres, hacia aquellas que se dedicaban a la vida pública. «Debemos —señalaba De Gasperi en un discurso en el I Congreso de la DC de abril de 1946— vencer la gran reticencia que hay en el mundo femenino, especialmente en el sur, a afiliarse y tener el carnet del partido»[54].

Las mujeres democristianas defendían valores como la maternidad y la familia, es decir, un modelo tradicional de la mujer. El mismo modelo propugnado por el Vaticano: «La única profesión de la mujer aparece netamente trazada por los alineamientos, las capacidades, las facultades específicas de su sexo —señalaba Pio XII—. Ella colabora con el hombre, pero en el modo que le corresponde a su sexo, según su tendencia natural. Ahora, la profesión de la mujer, su inclinación innata es la maternidad. Toda mujer está destinada a ser madre»[55]. De esta manera, las mujeres eran quienes mejor propaganda podían hacer de este modelo entre las demás mujeres, puesto que, como afirmaba Achille Grandi, secretario democristiano del sindicato CGIL, «la mujer italiana, por su apego a los principios religiosos católicos y por el amor hacia la familia, representa una garantía para un sano orden moral, económico y político de nuestro país»[56].

Una de las diputadas democristianas, Angela Cingolani Guidi, defendía el papel de la mujer en política, afirmando que «el fundamento de la participación de las mujeres en la vida política es la misión familiar. La mujer es la casa y la casa es el mundo, y la participación de la mujer en la vida política se justifica en cuanto que tiene como deber esencial el hacer eficaz su misión de esposa y madre»[57].

La actividad de las mujeres democristianas se desarrolló sobre todo a través de las parroquias. Se dedicaban a obras de asistencia y solidaridad, así como a la formación, todo ello con objetivos propagandísticos. Los noticiarios cinematográficos no ilustran estas actividades protagonizadas por las mujeres de Acción Católica. Las únicas noticias sobre solidaridad y asistencia presentan a las mujeres de la UDI, como ya se ha señalado.

Tampoco se difunden las actividades impulsadas por las mujeres comunistas. Éstas se concentraban más en las fábricas. Allí, además de propaganda, intentaban resolver y mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras. «Las mujeres comunistas —señalaba el líder Palmiro Togliatti en un discurso— deberán tomar las más variadas medidas para mejorar las condiciones de las mujeres trabajadoras, hacer frente y contribuir a resolver los problemas que más angustian a la población, luchar contra el mercado negro y promover iniciativas de asistencia a favor de los pobres, los prófugos, las víctimas de la guerra y del fascismo»[58].

Para el PCI, las mujeres debían dedicarse exclusivamente a la política femenina —problemas que tan solo afectaban a las mujeres— y a la asistencia. Surgió un conflicto organizativo en el partido: se cuestionaban si las mujeres debían trabajar dentro del propio partido o formar células femeninas independientes.

Muchas camaradas comunistas son reacias a entrar en las células mixtas; los mismos hombres tienden a veces a obstaculizar la inscripción de las hijas y de las esposas en los grupos mixtos. Hay que convencer tanto a las mujeres como a los hombres de que en el partido, la mujer es respetada y estimada, que, aunque milite en el partido, ella puede perfectamente dedicarse plenamente a sus deberes como esposa, madre e hija. Por esto, el PCI anima a la creación de células femeninas separadas de las masculinas. La organización separada permite a las mujeres profundizar en el estudio de sus problemas específicos, las obliga a buscar la solución, promoviendo el desarrollo político[59].

Las mujeres del PCI se reunían de forma separada[60]. Para abordar los problemas que afectaban a las mujeres más directamente: la escuela, la asistencia, la distribución de los alimentos. Por ello, creció el movimiento de solidaridad, asistencia y reivindicación que caracterizó el movimiento comunista en los primeros años de democracia, como se ha explicado.

Pero este modo de organización impedía a la mujer colaborar en la política general del partido. La mujer tenía un papel secundario dentro del PCI: le resultaba muy difícil llegar a puestos de dirección[61]. Aun así, muchas comunistas como Rita Montagnana, se manifestaron de acuerdo: «Las camaradas deben prevalentemente dedicarse al trabajo entre las mujeres»[62].

En las noticias de la posguerra en las que aparece el PCI no se señala la existencia de estas células femeninas. Son noticias sobre las campañas electorales del partido o sobre los congresos del PCI de esos años.

Las socialistas, sin embargo, trabajaban junto a los demás miembros del partido y se dedicaban a la política general: se consideraba una prioridad secundaria la cuestión femenina. Para los socialistas, el problema de la mujer formaba parte de la política social. Conseguían, eso sí, menos adeptas entre las mujeres: en las fábricas, las trabajadoras asistían a las reuniones o mítines dirigidos especialmente a ellas, mientras que se desinteresaban cuando se trataban cuestiones relacionadas con las líneas generales del partido. Esto demostraba que la preparación política de muchas mujeres era todavía escasa[63].

No, compañeras, debemos vencer este sentimiento de inferioridad. Cuando nos hemos unido al Partido Socialista, no nos hemos inscrito a una organización femenina, sino que hemos entrado a formar parte de una gran organización de trabajadores porque hemos sentido que sus problemas son nuestros problemas, que juntos debemos resolver para llegar a aquel ideal de justicia que será la república socialista[64].

Al igual que ocurre con los demás partidos, las únicas mujeres socialistas que aparecen en los noticiarios de la posguerra forman parte del público asistente a los congresos del partido. En algunos de estos congresos se menciona el nombre de alguna de estas mujeres, como es el caso de la senadora Lina Merlin[65].

Durante la primera legislatura, las representantes femeninas en las dos cámaras intentaron introducir en el debate nacional temas referidos al papel de la mujer en la sociedad moderna y en la familia. Entre los temas impulsados por las diputadas y senadoras se encontraban la tutela de la maternidad, el cuidado y la asistencia de la infancia, la educación de la juventud, etc. Además, se trataron temas más polémicos relacionados con la paridad de la mujer en los distintos campos de acción, como la magistratura, o la paridad laboral. La solución de estos temas requirió no solo muchos años, sino también y sobre todo, un cambio de mentalidad: «Si vosotras tenéis todos los derechos —afirmaba un diputado italiano—, si en casa no hay nadie que me cosa los botones, entonces yo tendré que presentarme en el Parlamento en un estado indecoroso, por lo tanto, la paridad, lo sabéis también vosotras, provoca una injusticia»[66].

V. POLÍTICAS CON NOMBRE PROPIO[Subir]

En la primera legislatura de la nueva democracia italiana fueron elegidas 44 mujeres entre diputadas y senadoras. Aunque el papel de estas en la vida política y en las actividades de sus partidos fuera limitada, participaron tanto en las campañas electorales como en la esfera pública y fueron protagonistas de numerosas iniciativas, especialmente en el campo de la política social.

En estos años, las campañas electorales se basaban en mítines, que se hacían en distintas localidades. Era la mejor forma de llegar a todos. La mayor parte de los mítines se hacían en los pueblos, sin micrófonos y sin carteles. Un pregonero anunciaba el mitin. Si este era de una mujer, suponía una curiosidad y un gran reclamo para la gente. «En 1946 fui candidata en las elecciones de la Sicilia occidental —recordaba Gina Mare—, y obtuve siete mil votos. Regresé a casa con neumonía. Tuve que hacer muchísimos mítines. Me llamaban la «rompehielo». Te utilizaban también por la curiosidad, porque eras mujer. Venían todos los afiliados, pero también los enemigos para boicotear»[67].

Nunca una mujer actuaba sola en los mítines. Siempre contaba con el apoyo de otros oradores. En el caso del PCI, por ejemplo, cada uno trataba distintos temas: por lo general, la candidata se refería a los temas que más afectaban a las mujeres. «En cada mitin o en cada asamblea del partido —recordaba Nella Marcellino—, debía hablar un hombre y una mujer. Las mujeres hablaban de problemas como la inflación, de la vivienda, la reconstrucción. Los hombres, de problemas de política general. Era la única manera de que las mujeres hablaran en los mítines»[68].

Como señalaba el diario L’Unità, los temas esenciales en los discursos de las mujeres, eran la infancia, la familia, la moralidad y la paz[69]. Tanto comunistas como democristianas, trataban estos temas, considerados femeninos. Las candidatas políticas debían tener una apariencia seria para evitar el insulto o la mofa. Se valoraba el hecho que fueran madres porque significaba que además de cumplir con su función en la sociedad, podían colaborar en la vida pública. En las elecciones municipales de 1946, la UDI señalaba con satisfacción, en una octavilla, que las mujeres que se presentaban a las elecciones eran madres, incluso algunas, de familias numerosas:

Lamecchi, Anita, concejala municipal de Follonica, tiene cuatro niños. Ocho hijos tiene Ida Durso, concejala de Nicastro, y nueve, Brigida Curcio, concejala de Pedace. Cuando se quiere, se tiene tiempo para todo: esto lo saben las mujeres que no se encierran egoístamente en casa, sino que comprenden que ser madres significa llegar, a través del amor a los propios hijos, al amor hacia todos los demás, y sentir la imperiosa exigencia de construir para todos un futuro de paz y bienestar[70].

Algunas candidatas de la izquierda fueron fotografiadas durante la campaña electoral con sus propios hijos en brazos, para demostrar que la política no estaba en contradicción con la vocación materna, y que no impedía cumplir con el destino biológico, ni ponía en peligro la unidad del hogar. Una candidata con hijos ofrecía de sí misma y de su partido una imagen positiva, tranquilizadora. «Tienes muchos hijos, estás gorda y tienes el pelo largo. Una dirigente femenina debe ser así»[71], dijo uno de los máximos exponentes del PCI a Marisa Rodano, en su entrada en la política. Hasta en el PCI se vetaba a una candidata, si su estado civil era irregular, es decir, si estaba separada[72].

Los noticiarios de la posguerra no hacen referencia al estado civil de diputadas o senadoras. Tan solo en el caso de Angela Cingolani Guidi se nombra a su marido, también parlamentario. A diferencia de las demás, a esta diputada se la nombra con el apellido del marido seguido del suyo. El resto de las representantes políticas presentes en los noticiarios tienen solo un apellido, por lo que se presume que en el momento de la noticia, bien eran solteras, bien hacían uso de su propio apellido. No hay tampoco referencias al estado civil de algunas representantes, aunque en la época fueran motivo de habladurías. Sobre el pasado de Rita Montagnana, esposa de Togliatti, del que estaba separada, se hace alusión en la Settimana Incom (núm. 110, 1948): «Rita Montagnana ha compartido con Togliatti los años de exilio y batalla». De esta manera presenta a la senadora no por sus propios méritos como antifascista, sino relacionándola con su marido, el líder del PCI.

De las 44 diputadas y senadoras elegidas en las primeras elecciones generales de la posguerra, tan solo seis aparecen en los noticiarios cinematográficos. En la mayor parte de los casos su presencia se reduce a unos segundos dentro de la noticia y a uno o dos planos. No aparecen en mítines políticos o congresos del partido. Su presencia, tanto en el Parlamento como en los mítines, generaba curiosidad. Para los noticiarios cinematográficos son la mayor novedad de las cámaras de representantes. Tanto en los noticiarios cinematográficos como en la prensa se las recuerda por cómo son —rubias, con «un cuerpo autoritario»—, más que por lo que hacen. No se señala que mujeres como Maria Federici o Angela Cingolani Guidi eran licenciadas; otras como Lina Merlín, eran maestras[73]. Tampoco se las conoce por las luchas que promovieron: Teresa Noce, defendió la tutela de la maternidad; Lina Merlin la abolición de los prostíbulos; Maria Pia del Canton, la entrada de las mujeres en las fuerzas del orden, o Gisella Floreanini, la mejora de las condiciones de las mondadoras de arroz. En la prensa se hacían continuas alusiones a la apariencia de las diputadas: se comentaba la ropa, el peinado, la galantería de los demás diputados hacia ellas. En los pasillos del Parlamento, los diputados saludaban a estas mujeres besándoles las manos, inclinándose. Muchas diputadas se lamentaban de que su presencia en la asamblea suscitara tan solo curiosidad. La mayoría prefería que se prestara más atención a sus títulos de estudio y a sus currículums, a los maletines llenos de documentos de propuestas y nuevos proyectos, antes que a su apariencia física[74].

En los años cincuenta, a Bianca Bianchi se le denominaba «el ángel rubio». Los cronistas parlamentarios hacían continuas referencias al aspecto de la diputada: «Bianca Bianchi ha inaugurado un nuevo peinado que, recogiendo en un gran moño el pelo suelto, debía conferirle un aire más austero». Después de este frívolo comentario, se exponía la propuesta de la parlamentaria sobre la tutela de los hijos ilegítimos. Una diputada guapa era clasificada antes que nada como «bella mujer», y corría el riesgo de no ser tenida demasiado en serio, sobre todo, si era joven. Mujeres como Luciana Castellina, Silvia Costa, Luisa Todini, Stefania Prestigiacomo y otras tantas parlamentarias, jóvenes y atractivas, sufrieron este trato que anteponía la belleza a su calidad como políticas[75].

Aunque estos aspectos superficiales de las representantes políticas no se traten en los noticiarios de la posguerra, en algunas noticias se relaciona a estas mujeres con campos específicamente femeninos como la moda o la asistencia. La diputada que aparece en mayor número de noticias es Angela Cingolani Guidi: de las nueve noticias en las que aparece, tan solo tres están relacionadas con la vida en el Parlamento. El resto son inauguraciones, desfiles de moda o noticias banales sobre las vacaciones de los políticos[76]. La diputada democristiana está presente en la inauguración de la muestra internacional del calzado, como puede verse en la Settimana Incom (núm.742, 1952). En este caso, además de como mujer, su presencia es fundamental, porque es la subsecretaria de artesanado. Sin embargo, en la noticia no se menciona este cargo. La única noticia en la que se hace alusión al puesto de responsabilidad de la democristiana, la Settimana Incom 636 (1951), tiene un tono banal: se muestra, como una curiosidad, cómo transcurren las vacaciones de la subsecretaria. «Esta es la primera casa que recibe a una subsecretaria, su señoría Cingolani, o digámoslo más claro, la señora Cingolani, porque también su marido es «señoría» —bromea el narrador del noticiario—.

Otras parlamentarias como Maria Federici también aparecen relacionadas con actividades femeninas como la asistencia. En la Settimana Incom (núm. 317, 1949), «su señoría María Federici dedica inteligencia materna a las niñas». La diputada visita un instituto infantil, y el noticiario se encarga de resaltar sus dotes maternales, fundamentales —resalta— para ejercer su carrera política.

La única noticia de relieve en la que aparecen dos diputadas es sobre la Asamblea Consultiva de los Pueblos que tuvo lugar en Ginebra en 1951. A esta asamblea acudieron, como informa el noticiario Incom (núm. 539, 1951), «representantes de todas partes de Italia. Forman parte de la delegación su señoría Baldi Chiesa y su señoría Cingolani Guidi». Aunque se trate de un acto de política exterior, en la asamblea se trataban aspectos relacionados con los derechos humanos y la paz, temas muy apropiados para las mujeres.

Las demás representantes políticas que aparecen en los noticiarios de este periodo, pertenecen a otros partidos como el socialista, el comunista o el republicano. Todas ellas aparecen en noticias sobre los distintos congresos de sus partidos. A ninguna de ellas se las relaciona con labores de asistencia o solidaridad. Resulta interesante esta diferencia en el tipo de actividad con la que se relaciona a las mujeres democristianas y a las de los demás partidos.

VI. CONCLUSIONES[Subir]

La falta de interés en la política por parte de una gran parte de las mujeres unida a la escasa intención por parte de los partidos y los medios de comunicación en involucrar en la política nacional a la población femenina explican el bajo grado de visibilidad de las mujeres en las noticias sobre política proyectadas en los cines entre 1946 y 1953. Del total de noticiarios producidos en este intervalo de tiempo —1175 noticiarios—, tan solo 41 —un 3,4 %— contienen noticias que reflejan la presencia de la mujer en la vida política del país.

Pero esta escasa presencia cuantitativa se acompaña de una pobre representación desde un punto de vista cualitativo: en ninguna de las noticias analizadas las mujeres son protagonistas. Se limitan a aparecer como espectadoras en mítines políticos o como representantes de los distintos partidos políticos en el Parlamento, en congresos o actos relacionados con los partidos en los que militan.

Se aprecia un aumento en el número de noticias sobre política en los años de las elecciones generales: al referéndum de 1946 para decidir entre monarquía o república se refieren un 24 % de las noticias; las elecciones al Parlamento de 1948 y 1953 ocupan el 34 % de las noticias de la Settimana Incom. En ellas se presentan los mítines y los actos públicos protagonizados por los líderes de los principales partidos de masas, pero la presencia de las mujeres en estas noticias sigue siendo marginal: forman parte del público asistente a los mítines o bien participan en las elecciones con su voto o como parte del personal que se dedica al escrutinio. No se recoge en las noticias ningún mitin protagonizado por mujeres.

Las noticias de los demás años están relacionadas con la vida política: actos públicos del Gobierno, congresos anuales de partidos o crónica de la vida política del país. El 20 % de las noticias resumen el desarrollo de los congresos anuales de los distintos partidos, en los que toman parte las mujeres. Otro 10 % está dedicado a actos públicos como inauguraciones o actividades culturales en las que las diputadas participan. Su presencia en estas noticias es muy reducida, como lo era en la vida política del país.

Las representantes políticas en el Parlamento y el Senado de la República tampoco tienen una presencia destacada en los noticiarios de la posguerra. La crónica política está siempre protagonizada por hombres: líderes políticos como De Gasperi, Togliatti o Nenni. Entre 1945 y 1953 se editaron trescientas sesenta noticias sobre De Gasperi. No es extraño porque era el presidente del Gobierno. A los líderes políticos de la oposición se les concede menos atención informativa: Togliatti está presente en 33 noticias y Nenni, en 31. Pero estas cifras contrastan con el reducido número de noticias en las que aparecen diputadas tan notorias en la vida política del país como Lina Merlín, Rita Montagnana, Maria Federici o Teresa Noce. Todas ellas participaron en la resistencia y colaboraron en la reconstrucción política de Italia, promoviendo proyectos importantes como la protección a las mujeres trabajadoras. Como se ha señalado, son pocos los nombres propios de mujeres dedicadas a la política que aparecen en los noticiarios: de las 44 mujeres, entre diputadas y senadoras, elegidas en la primera legislatura, solo seis son mencionadas en los noticiarios de la época[77]. Estas seis diputadas aparecen en quince noticiarios: la política presente en un mayor número de noticias es Angela Cingolani Guidi, la primera mujer subsecretaria de Gobierno.

El 39 % de las noticias analizadas sobre política y mujer presentan actos relacionados con la vida pública del país en los que están presentes las mujeres mencionadas. No se trata de eventos sobre política femenina o actividades con mujeres como protagonistas. Solo en tres noticias —un 7,3 % del total— aparecen actividades que llevan a cabo mujeres de organizaciones como la UDI, relacionadas con la asistencia y la solidaridad.

En la mayor parte de estas noticias, la presencia de las mujeres en el ámbito político es una mera curiosidad, sobre todo cuando se subraya su participación. A partir de las elecciones de 1946, los noticiarios cinematográficos crearán un modelo audiovisual a la hora de presentar la participación de la mujer italiana en el sistema democrático que se repetirá de forma idéntica en las sucesivas citas electorales, hasta prolongarse en la información televisada a partir de 1954. Este modelo resalta los aspectos más curiosos del evento: las cámaras de los noticiarios se fijan en aspectos marginales y curiosos de la participación femenina en las elecciones, como la monja o la abuela vestida con traje tradicional que van a votar. También la presencia de las mujeres en la vida política del país —tanto en el Parlamento como en actos o actividades relacionadas con la esfera pública— se presenta como una curiosidad y con un tono ligero y cargado de banalidad. Es así que la participación femenina en el ámbito político entra a formar parte del repertorio anecdótico de la cultura popular.

A las políticas italianas que aparecen en los noticiarios el público las recuerda más por cómo son y no tanto por lo que hacen: en la pantalla se subraya el aspecto de estas mujeres como si fuera lo fundamental. Cómo visten, si son rubias o morenas o si tienen un «cuerpo autoritario», son las características que destacan medios de comunicación como el cine. La consecuencia de esta práctica es la banalización e infravaloración del trabajo de estas mujeres en el ámbito público. Estos prejuicios y estereotipos que se manifiestan en los informativos cinematográficos de la posguerra italiana se van a perpetuar, manteniéndose como discurso imperante en el tratamiento de las mujeres en la vida pública por parte de los medios de comunicación en Italia. Un modelo de presentación que influirá en las propias mujeres que entrarán en política en las décadas sucesivas: muchas de ellas basarán su discurso mediático en el aspecto y no en su carrera política[78].

De este modo, se pone de manifiesto un modelo de representación femenina en la política basado en lo superficial. Además de poca visibilidad, cuando están, solo se subraya su presencia para decir cosas banales y con poco interés político. Es un modo de desvirtuar su trabajo: en las noticias no se presenta de la misma manera a un político que a una política. Se muestra el trabajo de ellos sin referencias a sus esposas o sus hijos y menos aún a su aspecto físico. Sin embargo, la mujer siempre está en relación con el hombre, como sostenedora o colaboradora, o como esposa y madre, pero no como mujer independiente y autónoma.

En ninguna de las noticias se asocia a la mujer con el poder. Entre los ministros de la recién nacida democracia no hay ninguna mujer. Llegar a puestos de decisión y dirección dentro de los partidos o el Gobierno resultaba una hazaña irrealizable, por falta de formación política en muchas mujeres y por límites impuestos por un sistema político patriarcal. Esto derivará en las décadas sucesivas en el llamado techo de cristal que limita el ascenso a los puestos de poder[79].

Incluso en el ámbito político, a la mujer se la relaciona siempre con actividades como la asistencia o la maternidad, perpetuando el estereotipo de cuidadora. Tanto en la DC como en el PCI se mantienen estos modelos tradicionales: se visibiliza la maternidad de las políticas puesto que se valora que las mujeres que entran en este ámbito sean además madres: la sociedad italiana es conservadora y, por tanto, la vida pública no puede sustituir el verdadero deber social de la mujer. Así, los noticiarios presentan a democristianas y comunistas con sus bebés en brazos en mítines o congresos del partido. Un modelo completamente diferente al masculino: los presidentes o candidatos besan a los bebés, pero no llevan a sus propios hijos en brazos.

Establecer los cimientos de una joven democracia como la italiana era la prioridad en un país que había vivido más de veinte años de fascismo. Para ello era necesario el consenso y la colaboración de la población: las mujeres debían participar en la nueva democracia y no quedar excluidas como lo fueron en el pasado. Pero al mismo tiempo, el peso de la tradición impide que se lleven a cabo cambios legislativos sustanciales que supongan nuevas relaciones de género. Los medios de comunicación, y en particular los noticiarios cinematográficos, tampoco contribuyeron a agilizar el cambio porque se limitaron a reflejar la herencia y la construcción cultural del pasado. La escasa presencia de la mujer en la pantalla es reflejo de la realidad: para el noticiario y para la sociedad de entonces, las mujeres eran simplemente votos, pero no mujeres activas, empeñadas en mejorar la situación del país.

A pesar del empeño de estas mujeres por atraer a las votantes, estas preferían votar a los candidatos masculinos, en los que tenían más confianza. Era signo de la escasa preparación a la política de gran parte de la población, así como de prejuicios anquilosados en una sociedad tan tradicional como la italiana. Era necesario superar la mentalidad cerrada que consideraba que la mujer debía quedarse en casa y que a la política se dedicaba el marido. Seguían existiendo además fuertes diferencias en el modo de entender y hacer política en el norte y el sur: en el norte las mujeres habían colaborado en la resistencia y estaban dispuestas a hacer política activa. En el sur, sin embargo, la mujer se quedaba en casa, como había hecho durante siglos. En la Italia rural y provincial, la mayor parte de las personas no sabía qué querían decir términos como igualdad de derechos y deberes. En todas partes seguía habiendo muchas mujeres que afirmaban, con aire satisfecho: «Yo no leo el periódico, yo no escucho la radio, la política no me interesa»[80].

Notas[Subir]

[1]

Este artículo se inscribe como resultado del proyecto de investigación «Diccionario de símbolos políticos y sociales: claves iconográficas, lugares de memoria e hitos simbólicos en el imaginario español del siglo xx» (Ref. HAR2016-77416-P), financiado por el MINECO dentro del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia; y en el grupo de investigación complutense Memoria y Medios de Comunicación (MEMCO, código 685).

[2]

Se produjeron solo veintidós números entre 1945 y 1947.

[3]

Los estudios más recientes abordan aspectos relacionados con la historia del propio instituto o hechos históricos concretos. Todos están pendientes de publicación, pero son difundidos online en la página web del Istituto Luce.

[4]

Cfr. Coronado (Coronado, C. (2009). La imagen de la mujer italiana en los noticiarios cinematográficos Luce (1928-1943). Madrid: Editorial Complutense.2009) y Gioia (Gioia, A. (2010). Donne senza qualità. Immagini femminili nell’Archivio storico dell’Istituto Luce: Immagini femminili nell’Archivio storico dell’Istituto Luce. Milán: Franco Angeli Edizioni.2010).

[5]

Gioia (Gioia, A. (2010). Donne senza qualità. Immagini femminili nell’Archivio storico dell’Istituto Luce: Immagini femminili nell’Archivio storico dell’Istituto Luce. Milán: Franco Angeli Edizioni.2010).

[6]

Cfr. Bimbi y Del Re (Bimbi, F. y Del Re, A. (1997). Genere e democracia. La cittadinanza delle donne a cinquant’anni dal voto. Turín: Rosenberg & Séller.1997); Brunelli (Brunelli, G. (2006). Donne e politica. Turín: Il mulino.2006); Carmarlinghi y Spano (Camarlinghi, F. y Spano, N. (1972). La questione femminile nella política del PCI. Roma: Edizioni Donne e Política.1972), y Rossi-Doria (Rossi-Doria, A. (1996). Diventare cittadine: il voto alle donne in Italia. Florencia: Giunti Gruppo Editoriale.1996).

[7]

Scott (Scott, J. (1990). El género: una categoría útil para el análisis histórico. En J. S. Amelang, y M. Nash (comp.). Historia y Género: las mujeres en la Europa Moderna y Contemporánea (pp. 23-56.). Valencia: Edicions Alfons El Magnánim,1990).

[8]

Cfr. Furió (Furió, V. (2000). Sociología del Arte. Madrid: Cátedra.2000) y Gómez (Gómez, R. (2000). Análisis de la imagen. Madrid: Ediciones de El Laberinto.2000).

[9]

Panosfsky (Panofsky, E. (2000). Estudios sobre iconología. Madrid: Alianza.2000).

[10]

Martínez (Martínez, J. A. (1998). Debate y propuestas para una historia de la transmisión cultura. En Cultura y Civilizaciones. Actas III Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea. Valladolid: Universidad de Valladolid.1998): 125-127.

[11]

Cfr. Bryson (Bryson, N. (1991). Visión y pintura. La lógica de la mirada. Madrid: Alianza.1991).

[12]

Ariès (Ariès, P. (1965). Centuries of Childhood. Londres: Paperback.1965).

[13]

Cfr. Bernagozzi (Bernagozzi, G. (1983). Il mito dell’immagine. L’immagine del mito. Bolonia: Editrice Clueb.1983) y Cardillo (Cardillo, M. (1983). Il duce in moviola: politica e divismo nei cinegiornali e documentari «Luce». Bari: Dedalo.1983).

[14]

Gagliani (Gagliani, D. (coord.) (2000). Donne, guerra, politica: esperienze e memorie della Resistenza. Bolonia: Clueb.2000): 41.

[15]

Mafai (Mafai, M. (1979). L’apprendistato della política. Le donne italiane nel dopoguerra. Roma: Editori Riuniti.1979): 73-74.

[16]

La mimosa es una planta que se identifica con las mujeres. Después de la Segunda Guerra Mundial, la mimosa fue la flor de la Unione delle Donne Italiane (UDI). Se empezó a usar en los primeros desfiles del 8 de marzo de 1949. «Durante los años de la Democracia Cristiana, distribuir mimosas entre las mujeres en los lugares de trabajo era considerada una actividad subversiva», recordaba la comunista Maria Rodano (Ombra, M. (2009). La bella politica: la Resistenza,»Noi donne», il femminismo. Turín: Edizioni SEB27.Ombra, 2009): 83.

[17]

Ejemplos: «Reunión de partisanos. La jornada del Garibaldino», Settimana Incom (núm. 77, 1947); «Voghera. Celebraciones partisanas», Settimana Incom (núm. 487, 1950).

[18]

Settimana Incom (núm. 84, 1947).

[19]

Ejemplos: «Roma. 25 abril. La jornada del partisano», Nuova Luce NL010 (solo año: 1946); «Voghera. Celebraciones partisanas», Settimana Incom (núm. 487, 1950).

[20]

Settimana Incom (núm. 77, 1947).

[21]

Mafai (Mafai, M. (1979). L’apprendistato della política. Le donne italiane nel dopoguerra. Roma: Editori Riuniti.1979): 31.

[22]

Íbidem: 142.

[23]

Secchia, P., L’Unità: 29-02-1948.

[24]

Mafai (Mafai, M. (1979). L’apprendistato della política. Le donne italiane nel dopoguerra. Roma: Editori Riuniti.1979): 139.

[25]

Nuova Luce (núm. 6, 1946).

[26]

Idem.

[27]

Nuova Luce (núm. 21, 1946).

[28]

Settimana Incom (núm. 423, 1950).

[29]

Ejemplo: «Solidaridad con las víctimas de la inundación. De Gasperi visita las zonas inundadas», Settimana Incom (núm. 675, 1951).

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[37]

Salvatore Rebecchini, democristiano, fue alcalde de Roma desde 1947 hasta 1956.

[38]

Settimana Incom (núm. 187, 1948).

[39]

Settimana Incom (núm. 77, 1947).

[40]

Boneschi (Boneschi, M. (1998). Santa Pazienza. La storia delle donne italiane dal dopoguerra a oggi. Milano: Mondadori.1998): 354.

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La distribución de las cuarenta y cuatro diputadas de la primera legislatura por partidos políticos fue la siguiente: 21 del PCI; 3 del PSI; 1 del PSLI; 1 del PRI; 17 de la DC; 1 de PNM (Cotta, M. (1979). Classe política e Parlamento in Italia, 1946-1976. Bolonia: Il Mulino.Cotta, 1979).

[46]

Settimana Incom (núm. 153, 1948).

[47]

Nuova Luce (núm. 3, 1945).

[48]

Idem.

[49]

Angela Cingolani Guidi fue nombrada subsecretaria de artesanado del Ministerio de Industria y Comercio en 1951.

[50]

Cotta (Cotta, M. (1979). Classe política e Parlamento in Italia, 1946-1976. Bolonia: Il Mulino.1979).

[51]

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[59]

L’Unità, 19-04-1946.

[60]

Entre 1949 y 1954 las células femeninas del PCI crecieron de diez mil a catorce mil, concentradas sobre todo en el centro de Italia. Boneschi (Boneschi, M. (1998). Santa Pazienza. La storia delle donne italiane dal dopoguerra a oggi. Milano: Mondadori.1998): 355.

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[65]

Ejemplos: «Vida de los partidos: Congreso Socialista en Roma», Settimana Incom (núm. 115, 1948); «Congreso del PSI», Settimana Incom (núm. 893, 1953), etc.

[66]

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[67]

Mafai (Mafai, M. (1979). L’apprendistato della política. Le donne italiane nel dopoguerra. Roma: Editori Riuniti.1979): 149.

[68]

Mafai (Mafai, M. (1979). L’apprendistato della política. Le donne italiane nel dopoguerra. Roma: Editori Riuniti.1979): 144.

[69]

L’unità,19-04-1946:18.

[70]

Longo (Longo, R. (1946). Il cammino. Roma: Edizioni di Noi donne. 1946): 18.

[71]

Mafai (Mafai, M. (1979). L’apprendistato della política. Le donne italiane nel dopoguerra. Roma: Editori Riuniti.1979): 147.

[72]

Gisella Floreanini fue excluida de las listas para la Asamblea Constituyente porque su posición familiar era irregular: había obtenido el divorcio en Suiza.

[73]

De las nueve diputadas democristianas de la primera legislatura, ocho eran licenciadas y se dedicaban a la enseñanza o al trabajo de oficina. Solo una, Maria Nicotra, siciliana, era ama de casa. Entre el resto de las representantes políticas había licenciadas en química, obreras, empleadas, etc. Garofalo (Garofalo, Anna (1956): L’italiana in Italia. Bari: Laterza.1956): 44.

[74]

Garofalo (Garofalo, Anna (1956): L’italiana in Italia. Bari: Laterza.1956): 45.

[75]

Boneschi (Boneschi, M. (1998). Santa Pazienza. La storia delle donne italiane dal dopoguerra a oggi. Milano: Mondadori.1998): 358.

[76]

Ejemplos: «La moda a través de los siglos», Settimana Incom (núm. 685, 1951); «Roma. Muestra de moda Palazzo Costaguti», Settimana Incom (núm. 717, 1952); entre otras.

[77]

Ejemplos: Teresa Noce: «Florencia. Congreso de la Confederación del Trabajo», Settimana Incom (núm. 62, 1947); Rita Montagnana: «Vida de los partidos. Congreso del Partido Comunista», Settimana Incom (núm. 110, 1948); Lina Merlin: «Vida de los partidos: Congreso socialista en Roma», Settimana Incom (núm. 115, 1948); Maria Federici: «Rottaferrata: inauguración del Instituto Casa del Sol», Settimana Incom (núm. 317, 1949); Angela Cingolani Guidi: «Los cultivadores, directos al Congreso» Settimana Incom (núm. 734, 1952); Mary Chiesa Tibaldi: «El Congreso del Partido Republicano», Settimana Incom (núm. 924, 1953).

[78]

En la política italiana de las últimas décadas se pueden encontrar ejemplos como el de la actriz porno Cicciolina, elegida diputada en 1987 en parte gracias a la atención mediática suscitada. Caporizzo (Caporizzo, C. (2015). La mediatizzazione politica in Italia tra TV, web e cinema: un focus sulla donna politica e il suo ruolo nei media [tesis doctoral]. Libera Università Internazionale di Studi Sociali. Disponible en: http://tesi.eprints.luiss.it/14098/1/caporizzo-chiara-tesi-2015.pdf.2015): 6. También en los últimos años para renovar la imagen del partido con caras nuevas, las listas del PDL de Berlusconi han integrado a modelos, actrices y concursantes del Gran Hermano italiano: «Berlusconi rastrea entre modelos y actrices para cerrar sus listas europeas», El Mundo, 22-04-2009. En todos estos casos, el tratamiento informativo de estas mujeres se centra más en su aspecto físico y en su anterior profesión, lo que produce una banalización y degradación de la política, convirtiéndola en espectáculo.

[79]

En los últimos 45 años de democracia en Italia tan solo veintitrés mujeres han tenido puestos clave en el Gobierno o Parlamento. A lo largo de estos años, las mujeres pasaron de suponer un 7 % del total de los parlamentarios, al 2,8 en 1968 o el 4 % en 1972. A lo largo de las décadas siguientes este porcentaje ha ido aumentando, aunque solo a partir del 2008 superó el 20 %. En el actual Parlamento, hay 433 hombres frente a 197 mujeres (31,2 %), y en 2014, de las 106 alcaldías principales del país, tan solo tres estaban ocupadas por mujeres (2,83 %). «Donne e politica: in mano agli uomini l,80 % degli incarichi istituzionali. E sono i più importanti», Repubblica, 04-03-2014.

[80]

Garofalo (Garofalo, Anna (1956): L’italiana in Italia. Bari: Laterza.1956): 29.

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